Hace muchos años cuando empecé a dar clases de inglés, tenía una idea muy clara de cómo enfocar el aprendizaje de la lengua. Quería que mis estudiantes tuvieran una base real sobre la cual pudieran poner en práctica los conocimientos aprendidos en el aula. Y, cómo no, deseaba que esa base real fueran relatos basados en historias cotidianas.
Los primeros textos que encontré eran diálogos situacionales localizados en un emplazamiento cualquiera como un banco, un mercado, una carnicería, una farmacia o una oficina de correos. Sin embargo este tipo de diálogos no suelen ofrecer al estudiante un gran abanico de recursos gramaticales. Tampoco una gran riqueza de vocabulario dada la escasez de contexto.
De este modo surgió la idea de crear mis propios textos, o mejor dicho, mi propia marca de diálogos y guiones que iban mucho más allá de una conversación puntual entre dos personas.
No hay límites a la hora de escribir estos diálogos ni de espacio ni de tiempo ya que pueden formar parte del presente, o bien estar anclados en algún momento de la historia o tal vez mirar al futuro.
He procurado que contengan elementos gramaticales que proporcionan riqueza a una conversación o narrativa y asimismo tratan de inspirarse en historias atractivas para el lector que le inviten a participar en ellas ensayando los diálogos con otras personas.